jueves, 14 de mayo de 2009

Un paseo en Bicicleta - por mi hermano mayor







Fue en las vacaciones del 86, estimo que tenía cumplidos o por cumplir 14 años, y Danny, mi hermano menor, 9 aproximadamente. Se enteró que había una bicicleteada a las ruinas de Sillustani (3820 msnm), lugar arqueológico a 35 km de Puno aproximadamente, y donde la geografía no es de lo más amigable que digamos. Sin embargo, mi hermano estaba tan animado que decidimos inscribirnos y luego de pagar los 10 soles respectivos, recibimos nuestros polos.

Al llegar el día, fue un domingo, Pollito como lo llamabamos, había preparado todo para la ocasión, maletín de primeros auxilios, limonada en la camtimplora (no se conocía el gatorade), algunas frutas para el camino y galletas. Yo me dedique a revisar las bicicletas, yo iba en una grande de carrera y él en una de paseo que le heredé.

Llegamos al Parque Pino, una plaza importante de la ciudad, donde varias centenas de muchachos de todas las edades llegaban para participar en dicha bicicleteada que era organizada por Pepsi si mal no recuerdo. Habían policías, ambulancias y todo lo necesario para socorrer posibles accidentes, paros cardiacos, etc.

Partimos alrededor de las 9AM y comenzamos la escalada hacia la carretera, una vía de subida muy pesada que desalentaba a muchos, era recién el comienzo, ni siquiera habíamos avanzado 2 Km., llegamos a la avenida que se conectaba a la carretera y muchos ya estaban adelante, y muchos más atrás. Nosotros ibamos en medio de la multitud y comencé a preocuparme, pues me di cuenta que Danny no podría llegar a completar los 35Km de cuestas y bajadas, así que le convencí para que regrese a casa. Le dije: "hermano, sabes, esto va a estar muy complicado, mira que hay muchos ciclistas profesionales que han venido desde Lima y arequipa con unas superbicicletas y creo que no podrás llegar, y menos en esa bici, admás es demasiado lejos"... "ve a la casa y diles a los papás que estoy bien y me fui con todo el grupo, y dame la cantimplora para el camino...". Danny me obedeció, se quedó y yo emprendí el ascenso a toda velocidad.

Llegamos a un cerro donde está la cementerio de Yanamayo, estimo que a unos 7 Km de pura cuesta, fue cansado pero llegué entre varios amigos que encontré. Descansamos una media hora hasta que llegaran todos y comenzamos el descenso, fue muy emocionante bajar a toda velocidad por la carretera que aunque era asfaltada, tenía algunos baches, sin embargo, los profesionales iban desde el principio hasta el final sin cansarse y con una velocidad impresionante, despues de bajar unos 8km, llegamos a una zona semi plana donde se tenía que pedalear fuerte por unos 10Km más. Luego nos desviamos para Sillustani, y comenzó otra subida, donde ya no me respondían las piernas y cuando me bajé de la bicicleta no pude mantenerme en pie y me caí lastimandome las rodillas, mi cuerpo se había acostumbrado a pedalear y no podía caminar - gracias a Dios que Danny hizo una limonada excelente que me reavivó - con mucho esfuerzo me subí a la bicicleta y en una marcha lenta pude subir la cuesta, y despues de pedalear una media hora mas llegamos a las famosas ruinas de Sillustani (en la foto se muestra el lugar donde todos llegaban).

Allí nos esperaba una comitiva del los organizadores, nos repartieron bebidas y sánguches a discreción y nos pusimos a descansar tirados al costado de la pista, comenzaron a llegar todos los ciclistas, en unos 30 minutos llegaron todos y hubieron fotos y una pequeña recepción.

Mientras los organizadores decían unas palabras por el evento, todos miraron hacia la carretera y llegaba una ambulancia escoltando un ciclista rezagado, que al parecer quiso terminar la carrera, era un niño que con mucho tesón pedaleaba sin parar. La gente al mirarlo le comenzó a hacer barra dándole ánimos para que llegue a la meta, todos estábamos a la expectativa de verlo triunfar, cuando se fue acercando más y más noté que era mi hermano menor, Danny!!!. Se me inundaron los ojos de lágrimas al verlo llegar, fue muy emocionante, todos fueron a abrazarlo y cargarlo en hombros, no podían creer cómo había llegado en esa bicicleta. Los de la ambulancia comentaron que no quiso hacerse recoger y no les quedó mas remedio que acompañarlo a su velocidad todo el trayecto.

Yo al verlo lo abracé y le dije que era un campeón y que nos dio una lección a todos y en especial a mi, pues nunca más lo subestimé, todo lo contrario, lo admiraré siempre. Al regreso lo subí en uno de los carros de la policía pues el retorno iba a ser más complicado, y esta vez sí accedió, pues estaba muy cansado. Le tomaron fotos, le felicitaron, y le dieron unos posters de premio.

Regresamos todos pedaleando, los más pequeños, los heridos y los que se cansaron regresaron en el bus de la policía, yo decidí pedalear, y todo el viaje pensé en la lección que recibí y tuve un sentimiento de culpa por haberme tomado limonada que preparó.

Alain.